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Las calderas de gasoil son sistemas de calefacción que utilizan como combustible el gasóleo, un derivado del petróleo. Estas calderas operan mediante la combustión del gasóleo en una cámara de combustión, generando calor que se transfiere al agua del circuito de calefacción. Su diseño puede variar, pero generalmente incluyen componentes como quemadores, intercambiadores de calor y sistemas de control que optimizan el rendimiento y la seguridad del equipo.
En términos de eficiencia, las calderas de gasoil suelen presentar rendimientos que oscilan entre el 85% y el 95%, dependiendo de la tecnología empleada y del mantenimiento realizado. Sin embargo, es importante considerar que las calderas de condensación, que también pueden funcionar con gasóleo, ofrecen ventajas significativas en cuanto a sostenibilidad y eficiencia energética. Estas calderas aprovechan el calor latente de los gases de combustión, lo que les permite alcanzar rendimientos superiores al 100% en términos de eficiencia estacional. Esto se traduce en un menor consumo de combustible y, por ende, en una reducción de las emisiones de CO2 y otros contaminantes.
Además, la transición hacia calderas de condensación puede contribuir a un uso más responsable de los recursos energéticos, alineándose con los objetivos de sostenibilidad y reducción de la huella de carbono. En este contexto, aunque las calderas de gasoil son una opción viable para la calefacción, las calderas de condensación representan una alternativa más eficiente y respetuosa con el medio ambiente.